Abril, Hooligan y yo cumplimos años.

Sonó Hooligan en la mente más cautivadora,

sucumbida de ideales comentados a deshora.

con las palabras más frondosas

lleno del amor más fiel,

en su más admirable ÉL.

Su primer cigarro de mi existencia,

venía lleno de ideas por dar,

de momento para halagar

y de lágrimas por llorar…

El quería ser fuente de buenos recuerdos

y ese oasis que te queda SIEMPRE en el desierto.

Sonó el dolor de la felicidad,

en la manos más trabajadoras,

en la sonrisa más luchadora,

en los ojos más fuertes,

en la persona que TODO lo puede.

¡La bondad personificada fue a parar a mi vida!

Esa madre amiga,

ella… que se conforma

solo con tres sonrisas…

Sonó la palabra hermana,

en los oídos de la persona

más admirablemente humana

con el pecho inclinado a una sola vocación,

con la vida dada a dar y recibir amor.

(Ya había un muñeco más al que darle clases,

ya había una niña más para hacer reír…)

Sonó el estruendo de una vida nueva,

a cargo de tres verdades

que ninguna viento se lleva.

En una casa donde las horas

se mezclan con las ganas de estar allí.

Donde reina la ametralladora de palabras,

sentimientos, proyectos y sueños…

Donde todo es posible si queremos.

Allí y aquí, diecinueve años después,

siguen siendo ellos…

Ahí… indestructibles, después de todo.

Arrolladores con todo lo que se oponga,

felices con todo lo que se lo merezca.

Y siempre para recodarme que lo mejor

es merecerlo… porque ellos quieren…

Por dejarme ser y hacerme,

por luchar siempre,

por quererme con mi yo más rebelde,

por guiar mi yo más humano.

Por ellos, por mí…

Por la felicidad que me prometieron,

por esta familia que me dieron…